EL RESPETO
Publicado el martes, 30 de diciembre de 2014, por Sije
EL RESPETO
“Un hombre inglés estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando vio a un anciano chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina.
El inglés se dirigió al chino y le preguntó: “ Disculpe, señor, pero ¿ de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz?”. “Si”, respondió el chino, “ cuando el suyo venga a oler sus flores…”
Anónimo, sacado de Internet.
Hasta aquí el texto que encontramos en Internet, que añade como moraleja:
“ Respetar las opciones del otro es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan diferente. No juzgues…solamente comprende”.
Estoy segura de que la gran mayoría de las personas que lean esto estarán de acuerdo. ¡ Claro que sí! A nadie le gusta que le juzguen, cada uno de nosotros sabe por qué piensa y hace las cosas con su manera particular de hacerlo y queremos que nos comprendan, que nos den por buenos….al final y siempre, que nos respeten.
- Pero ¿ respetamos nosotros a los demás?
- ¿ nos hacemos respetar ante los otros?
- Quizás habría que haber empezado por la causa y base de todo ello:
- ¿ nos respetamos a nosotros mismos???
El objetivo de este pequeño artículo es reflexionar sobre lo siguiente:
SOLO SI NOS RESPETAMOS A NOSOTROS MISMOS
NOS HAREMOS RESPETAR
Y SABREMOS RESPETAR AL OTRO
Empecemos pues, por lo más básico.
- El respeto a uno mismo
¿ Qué es más importante para ti, dar una imagen favorable o tener tu personalidad?
¿ Prefieres que los demás te admiren o teman antes de que vean tus debilidades?
Cada vez que nos supeditamos a la opinión de los demás estamos dejando por el camino una parte de nuestra persona. Cierto es que somos animales
sociales y no podemos prescindir de una cierta adaptación a los demás. La aceptación social es una de las necesidades básicas del ser humano. Pero una cosa muy distinta es “vendernos” con tal de caer bien, ser aceptados o, al contrario, con tal de no llamar la atención o ser mirados como algo extraño.
Invertimos una cantidad ingente de energía con tal de quedar bien. Para algunos, “quedar bien” es ser el mejor amigo, amante, profesional o padre. Tenemos que dar la imagen de que somos “lo mejor” y así obtendremos cariño, admiración, valoración…..si pero ¿ nos estamos respetando?
Para otras personas, “quedar bien” es estar a la última en moda, decoración, gustos musicales, artísticos, literarios…los periódicos se llenan de suplementos en los que nos marcan las tendencias…y muchas personas las siguen ciegamente, sin plantearse siquiera si esos colores, esos estilos encajan realmente con sus gustos…..¿ se están respetando? ¿O se están vendiendo al “qué dirán”?
O esa persona autoritaria e inflexible, que tiene que dar imagen de fortaleza y poder por miedo a perder el control sobre las cosas y a que los demás se rebelen…¿ se está respetando a sí mismo? ¿ O está vendiendo una imagen con tal de obtener valoración?
Los padres…los padres que tanto desean que sus hijos los respeten y constatan desesperados que sus hijos les insultan y gritan….¿ se están respetando a sí mismos? Cuando el hijo te pide y pide.. que le atiendas, le des algo y no te deja hablar con tus amigos o descansar un ratito. Si cedes a sus gritos con tal de que se calle ¿ te estás respetando?
Tenemos que aprender a respetarnos a nosotros mismos. No pasa nada por ser diferentes, podemos tener gustos, intereses, estados de ánimo diferentes a los que esperan los demás-no por eso nos van a rechazar y si efectivamente nos rechazan por ello, es que estamos ante una relación superficial que no suele aportarnos nada. La mayoría de las relaciones verdaderas- de amistad, amor- no se tambalean porque mostremos gustos, intereses diferentes, porque digamos que no a alguna propuesta u opinemos de forma diferente. Las personas nos apreciamos y valoramos por todo nuestro ser, no porque a ti te encante la cerveza y a mí no me guste el alcohol.
Merecemos respetarnos
2.El respeto al otro
Si respetarnos a nosotros mismos implica comprendernos, aceptarnos y darnos por válidos, respetar al otro significa exactamente lo mismo.
Respetar al otro es sobre todo, considerarlo válido aunque tenga motivaciones, gustos o intereses diferentes a los nuestros.
Se puede ser diferente, es bueno y enriquecedor conocer las particularidades del otro ¿ por qué nos empeñamos en imponer nuestra postura como la única válida? ¿ Tan inseguros estamos de nuestros propios criterios y valores que necesitamos que todos nos los confirmen pensando y actuando igual que nosotros? Piensa: cuanto menos respetemos a los demás tanto más inseguridad estamos demostrando.
Como vemos en el texto inicial, respetar significa dar el mismo valor a las creencias del otro que a las mías, ver a la persona por encima de sus opiniones, gustos, actitudes…aunque no la entendamos, no veamos qué motivaciones tiene para actuar así.
¡ Que empeño en despreciar, ridiculizar, burlarse de lo que es diferente a lo que conocemos! ¡ Qué gasto de energía cuando nos enfadamos e intentamos a toda costa que la otra persona piense como nosotros, haga las cosas de la manera que nosotros pensamos que es la mejor!
Ojo que no estamos preconizando el dar por bueno todo lo que hacen y dicen los demás. Podemos estar en desacuerdo con las ideas, actos o decisiones de los demás, pero eso no nos da derecho a despreciar a la persona, hacerle sentir mal para dejar clara esa diferencia. Cuando no estemos de acuerdo con la otra persona o, con más razón todavía, cuando nos sintamos mal por algo que ha dicho o hecho, tenemos derecho a decírselo, pero siempre desde el respeto.
¿ Cómo se logra eso?
En primer lugar, proponemos sustituir en nuestro lenguaje interior las frases del tipo “ qué rara es….qué tonto…..¿cómo no se da cuenta?….está loco…” por un simple “ qué curioso” e intentar acompañar esta frase con una actitud de verdadera curiosidad por las motivaciones del otro.
Y en segundo lugar, plantearnos siempre “desde dónde” me está diciendo esto la persona, “desde dónde” está haciendo lo que hace. Quizás nos daremos cuenta que esa opinión tan aberrante que la persona está defendiendo está dicha desde el dolor de una experiencia pasada, o que ese trabajo tan mal hecho lo está porque es la primera vez que la persona lo hace, o porque no ha entendido bien, o porque se ha equivocado, o..o…
Sólo interesándonos por la persona – desde dónde piensa y actúa-
podemos solucionar las cosas.
3. Hacernos respetar
Si nos respetamos a nosotros mismos y nos damos derecho a ser diferentes, surgirá espontáneamente el deseo de no dejarnos pisar, no permitir faltas de respeto.
La forma de manifestar al otro que no estamos dispuestos a tolerar su mal trato puede a su vez ser un mal trato. A las faltas de respeto podemos responder agresivamente, faltándole doblemente al respeto a la otra persona, metiéndonos en una dinámica de “ a ver quién gana”, que muchas veces se escapa de nuestro objetivo inicial, que era manifestar nuestra disconformidad por el trato recibido. Es como si, de tanto respetarnos y campar por nuestros derechos, nos olvidamos de la otra persona.
Es por ello que hemos hablado en segundo lugar, después de “respetarnos a nosotros mismos”, de “respetar al otro”. Mantener vivas esas dos máximas en nuestra mente nos va a llevar a saber defender nuestros derechos, afirmar nuestra diferencia con el otro de una forma que no hiera ni agreda a su vez a la otra persona.
Estamos hablando de asertividad.
No vamos a desplegar aquí todas las estrategias asertivas ni vamos a repetir lo que pone en libros y se dice en cursos, pero sí que vamos a dar unas cuantas pautas que pueden ser útiles:
– Antes de dar por hecho, pregunta. Muchas veces interpretamos que la otra persona ha querido herirnos, molestarnos o reírse de nosotros. Tenemos una gran tendencia a la personalización ( “esto lo ha dicho para que yo…porque piensa que yo…”). Y a veces nos equivocamos y respondemos airadamente o sumisamente, cuando la otra persona no había tenido ninguna intención. Antes de interpretar con tanta seguridad las intenciones funestas del otro, preguntemos: “ ¿ quieres decir que…? ¿ te refieres a mí cuando dices…? ¿ qué quieres decirme exactamente?”
– Explica las cosas de forma que la otra persona no se sienta culpada. Tenemos mucha tendencia a culpar, directa o indirectamente, cuando nos estamos sintiendo heridos u ofendidos y eso puede suscitar dos tipos de respuesta en el otro: o se defiende, culpando a su vez, o se calla sumisamente. Lo que no va a ocurrir es que lleguemos a una resolución del asunto. Por mucho que sintamos que la otra persona es la culpable de nuestro malestar, describámosle cómo repercute su acción en nosotros: “ me siento infravalorada”, “ me he sentido incomprendido”. Esta forma de comunicar puede crear puentes, la culpabilizadora pone paredes.
– Comunica las cosas desde la comprensión del otro.
Todos queremos que nos comprendan. Mostrar comprensión hacia las motivaciones del otro le hace sentirse respetado y hará que sea más posible un entendimiento, un consenso. Esto lo hemos desarrollado en el apartado “Respetar a los demás”. Para ello, podemos empezar nuestras frases con “ entiendo que opines….que desde tu punto de vista…que pienses que…”, para a continuación exponer nuestro punto de vista particular.
– Ten muy en cuenta la comunicación no verbal
Muchas veces no es tanto el contenido de lo que decimos como la forma de decirlo: el tono, el énfasis que se hace a ciertas palabras, la manera de mirar a la otra persona….
Podemos decir la autoafirmación más rotunda con voz amable y cara relajada y no por ello perderá efecto.
Merecemos ser respetados y tenemos derecho a afirmarlo
Respetémonos, pues, los unos a los otros y, sobre todo, cada uno a sí mismo, que, como seres humanos, no somos tan diferentes: sólo queremos vivir con paz y en paz.
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