Cuestionar mi forma de pensar es sano
Publicado el martes, 18 de noviembre de 2014, por Sije
En nuestra vida cotidiana con frecuencia pensamos, sentimos y actuamos en función de una serie de creencias o valores que nos han sido transmitidos desde la infancia a través de dos canales básicos de información : la educación, es decir, padres , profesores y familia, y la socialización: amigos, compañeros, medios de comunicación, redes sociales, etc.
Estos dos canales tienen un peso tan importante en el desarrollo cognitivo y emocional, primero del niño y después del adulto que en la mayoría de los casos ni el primero, ni el segundo, se plantean cuestionar la información que procede de ellos.
Hablamos concretamente de un conjunto de AFIRMACIONES, CREENCIAS O SUPOSICIONES, que por ser transmitidas de generación en generación a través de fuentes o modelos que se consideran absolutamente fiables, se convierten en dogmas raramente cuestionables.
A continuación vamos a someter a examen a algunas de ellas:
1. LA GENEROSIDAD
“Hay que ser siempre generoso, esto significa que los intereses de los demás deben anteponerse a los nuestros. Una persona generosa además debe dar siempre sin esperar nada a cambio «
¿Cuántas veces hemos oído esta frase?, ¿Cuantas nos hemos sentido egoístas por no ser capaces de cumplirla al pie de la letra?.
La realidad es que pese a lo que nos han transmitido durante tanto tiempo, tenemos derecho a priorizar nuestras necesidades cuando lo consideremos oportuno sin sentirnos culpables por ello. La generosidad no consiste en dar indiscriminadamente sólo porque nos han dicho que debemos hacerlo, sino en elegir voluntariamente desde nuestro interior cuando queremos realmente ser generosos sin que nadie nos presione para ello.
2. LOS SENTIMIENTOS
“Si no puedo convencer a los demás de la legitimidad de mis sentimientos, eso significa que mis sentimientos están equivocados «
A menudo escuchamos comentarios o críticas que cuestionan la validez de nuestros sentimientos. Frases como : “ No deberías sentirte así” , dichas por nuestra mejor amiga, nuestra madre o nuestra pareja pueden hacernos dudar de lo que estamos sintiendo en ese momento o de que ese sentimiento sea realmente razonable o apropiado.
Lo cierto es que nuestros sentimientos son algo personal e indiscutible, son como la huella dactilar de nuestras emociones. Nacen de nosotros y sólo nosotros podemos sentirlos. Son legítimos siempre y en cualquier circunstancia, independientemente de que los demás los compartan o los entiendan.
Los sentimientos están exentos de juicios de valor y de etiquetas. Existen simplemente y cada uno de nosotros lo sabemos.
3. LA AUTORIDAD
“No debes cuestionar la opinión de aquellas personas que tengan más autoridad o sepan más que tu. Es mejor callarse que dar una opinión contraria. Los demás siempre tienen algo que enseñarte.”
Durante muchas generaciones se nos ha inculcado el respeto absoluto e incuestionable hacia aquellas personas que por diferentes razones ostentan algún tipo de autoridad: padres, profesores, médicos, confesores….han representado siempre el prototipo de la misma.
Esta creencia ha dado lugar a un tipo de sociedad que fomenta la sumisión y aceptación incondicional de figuras que orientan – dirigen – la vida de los que no están dentro de esa categoría ,utilizando para ello en muchas ocasiones criterios arbitrarios que nada tienen que ver con los propios individuos y si con sus intereses personales.
Por el bien de nuestra salud mental y de nuestra autoestima debemos acostumbrarnos no sólo a cuestionar sino también a opinar frente a la autoridad.
Utilizando siempre el respeto como marco, la confrontación y el diálogo están siempre más cerca del bienestar psicológico que la sumisión. Nadie tiene la verdad absoluta. Todos poseemos una parte de ella.
4. LA COHERENCIA
“Tienes que ser siempre coherente con lo que haces, dices, piensas y sientes. No es aconsejable cambiar de opinión ni de vida, salvo que haya razones muy poderosas para hacerlo «
Esta creencia promueve – aparentemente –la fidelidad y el compromiso del individuo consigo mismo, valores ambos muy apreciados en nuestra sociedad. El problema es que las personas somos como el agua de un río : nunca estamos en el mismo punto del recorrido.
Las circunstancias de nuestra vida, la experiencia, la madurez o inmadurez, nos lleva infinidad de veces, como el agua del río, a cambiar de dirección, o lo que es lo mismo, de objetivos. Cambiamos de coche, cambiamos de trabajo, cambiamos de pareja .Todos estos cambios son coherentes y fieles a lo que queremos y sentimos en ese momento.
Tenemos derecho, y es tremendamente sano, a llevar a cabo tantos cambios como consideremos oportunos en nuestra vida .La coherencia no tiene nada que ver con ser siempre los mismos, sino con ser siempre nosotros mismos.
La lista de suposiciones o creencias que debemos replantearnos es extensa. Os animo a que buceéis en vuestro interior y vayáis poco a poco descubriendo algunas de ellas……
¡BUENA INMERSIÓN ¡
En principio estoy de acuerdo con lo expuesto en este tema. Pero hay que tener cuidado de no ser un veleta y estar variando todo el tiempo de valores, principios básicos y otros temas que nos definen como personas. Las personas que son maduras deben tener unos valores muy consolidados que sólo ocasionalmente pueden variar (eso es lo que les hace maduros).