Asertividad en la playa

Publicado el miércoles, 22 de julio de 2015, por Sije

Parecía que hoy le había tocado la china.

Como persona madrugadora y puntual, Carlos había arrastrado a su familia a primera hora a la playa para poder tener un buen sitio cerca del mar y no tener que sortear toallas, sombrillas y cubitos cada vez que quisieran remojarse los pies. Pero al cabo de unas horas, se vieron rodeados e invadidos por una macrofamilia , que parecía querer convertir ese lugar de la playa en el patio de su casa. Los seis metros cuadrados que estaba ocupando Carlos con su familia se iban reduciendo por arte de magia a favor de toallas y castillitos de arena de la familia vecina. Bueno, eso es relativamente normal, se decía Carlos , hay mucha gente y claro…pero lo que ya le molestó más fue cuando los numerosos niños que había en esa familia decidieron todos a la vez hacer una carrera hasta el agua….pasando por encima de las toallas de Carlos. Y ya cuando el bebé decidió que la tripa de Carlos era un blanco estupendo para tirar el balón hinchable, Carlos estalló….Se levantó airoso, miró a los vecinos con cara de odio y dijo bien alto, para que lo oyeran: “ me voy a tomar algo al chiringuito, que aquí no se puede estar”. Por el camino, iba mascullando furibundo cosas contra las personas que no tienen consideración ni educación y que habría que establecer una policía para que pusiera orden en las playas…Tan concentrado estaba que por poco tropezó con dos mujeres que estaban discutiendo a grito pelado. “ ¡Cómo sacudes la toalla delante de la cara de mi hija! ¡Desconsiderada, maleducada!”- “ ¡Te he dicho que no me he dado cuenta! Y no me faltes, eh?!” – “ ¿ Que no te falte? Encima que por poco dejas ciega a mi hija!” “ Pero ¿no ves que ha sido el viento? Por Dios, las hay sensibles…” “¿Sensible yo? Y tú…”…Qué horror, pensó Carlos, qué ridículo, yo nunca me metería en estas discusiones, aunque hay situaciones que parece que sólo se pueden resolver a gritos.

Pero sus males todavía no habían terminado.

“Oferta”, ponía en la pared del chiringuito, “ tómate una cerveza y un pincho por sólo 2 Euros”. “Pónme una cerveza y un pincho de tortilla”, pidió Carlos, acodándose en la barra. Poco a poco, se fue tranquilizando. Al fin y al cabo, en esta playa no se estaba nada mal, era preciosa, los niños podían jugar a sus anchas y siempre corría una brisita que te hacía olvidar el calor. Ya más reconfortado, pidió la cuenta. “ Son 4,50”, le dijo el camarero. “¿ Perdona, pero no ponéis que una cerveza y un pincho cuestan 2 Euros?”, preguntó Carlos alarmado. El camarero le miró con una cara que Carlos interpretó como de cachondeo y le contestó: “ Pero eso no vale para el pincho de tortilla, hombre, eso sólo vale para estos montaditos que tenemos aquí”. “ Ah, vale, perdona”, contestó Carlos y pagó. Pero al emprender el camino de vuelta, empezó a darle vueltas: “ ¿Cómo que ´perdona´? ¿ Por qué le tengo que pedir yo perdón? Haber avisado que la tortilla no estaba incluida en la oferta. Menuda cara que tienen, esto ha sido un timo en toda regla, y encima le pido perdón..”. Al pasar al lado de la mujer que antes se había exaltado tanto por la arena sacudida, oyó que ésta le decía a su familia: “ ¡ El año que viene, a la montaña! Aquí no se puede estar..”, a lo que siguió un coro de protestas infantiles, “ pero mamá…” “ yo quiero playa” ….

Cuando Carlos llegó adonde estaba su familia, se encontró a su mujer y a sus hijos recluidos en un espacio mínimo, completamente invadidos por la familia adyacente, que habían empezado a sacar la tortilla y la ensaladilla rusa, mientras los niños hacían guerras con pistolas de agua.

“ ¿ Sabéis qué?”, dijo Carlos, “ la próxima vez nos vamos a la montaña! Allí no tendremos estos problemas”. Lo que siguió fue el esperado coro de “ pero papá”..” a mí me gusta la playa” “yo quiero bañarme”, y la mirada rogante de su mujer: “ Hombre, Carlos, los niños quieren playa, no les hagas esto…”.

“ Maldita playa de las narices”, murmuró Carlos, al tiempo que se sentaba,.. y se volvía a levantar de un golpe porque debajo había un rastrillo infantil…de la familia de al lado, claro.

Vamos a hacer un alto en nuestro relato y analizar esta situación. Carlos maldice la playa en la que están y piensa ir a la montaña al año siguiente. Lo mismo le ocurre a la señora a la que habían rociado con arena. Pero ¿ la culpa la tiene realmente la playa? ¿ No se puede ir a la playa porque te invaden y abusan de ti? Reflexionemos. Es bastante probable que Carlos reaccione de forma parecida y se diga casi exactamente lo mismo si un grupo de adolescentes le deja arrinconado en el metro, habiendo espacio para que todos quepan. O si en un restaurante le cobran 5 Euros por el pan y unos aperitivos que ni siquiera ha tocado. Imaginémonos a la señora que se exalta tanto por la arena de la toalla vecina: ¿ no reaccionaría de forma sospechosamente parecida en estas otras situaciones?

Luego el problema no lo tiene la playa, ¡lo tienen las personas!

Carlos podría definirse como una persona SUMISA, alguien que supedita sus intereses, opiniones y bienestar a los de los demás. No es que no los tenga claros, sino que no se atreve a afirmarse ante los demás, deja pasar situaciones de abuso y evita o escapa de las situaciones conflictivas . Sin embargo, no por ello se siente tranquilo. Seguramente Carlos en el fondo se siente un cobarde, susceptible de ser pisado por cualquiera que sea más fuerte que él.

La señora rociada con arena reacciona como una persona AGRESIVA. Es decir, está pendiente de defenderse y afirmarse a sí misma, sin respetar ni tener en cuenta a los demás. Suele ser susceptible y adivinar malas intenciones en los demás y está más pendiente de no dejarse pisar que de la manera cómo se expresa, poniendo en un segundo lugar el hecho de ofender o herir al otro. A la larga, ella tampoco estará satisfecha con su vida. Tendrá la sensación de que nada funciona como debería y de que gasta una cantidad ímproba de energía para conseguir pocos resultados.

Como veis, ninguno de los dos se siente a gusto. Seguramente necesitan un cambio. Pero no en el sentido de cambiar la playa por la montaña sino modificando algo en su interior que les ayude a enfocar mejor su conducta externa.

Estamos hablando de ASERTIVIDAD la capacidad de autoafirmarse y hacer valer los propios derechos, pero sin dañar al otro y respetándose en todo momento.

Para ser asertivos, primero tenemos que creérnoslo. Creer en nosotros mismos, en que tenemos derechos y en que merece la pena defenderlos, además de creer en unos derechos de respetabilidad para todo el mundo.

Carlos se podría plantear, por ejemplo, que tiene derecho a un espacio propio en la playa y a no ser molestado. Que él y su familia lo merecen, ya que no han faltado al respeto a nadie. Como cliente que paga merece ser informado sobre las condiciones de la oferta del chiringuito y tiene derecho a reclamar si se siente timado. Todo ello sin necesidad de agredir u ofender al otro.

La señora de la toalla, por su parte, se podría plantear que antes de adivinar intenciones funestas en las conductas de los demás, puede aceptar que se pueden haber equivocado y hacérselo saber sin ofender. Que el mismo derecho a ser tratado con respeto y sin ofensas que se aplica ella ,vale para los demás. Y que, en suma, cuando se comporta agresivamente, gasta mucha energía para que el otro se sienta mal, pero no suele lograr que cambie nada.

A partir de estos planteamientos, tanto Carlos como la señora pueden intentar modificar su conducta, el uno para sentir que se respeta, la otra para sentir que respeta a los demás.

Imaginemos de nuevo las escenas, esta vez respondiendo asertivamente:

Al sentir que la familia recién llegada comienza a invadir su terreno, Carlos y su mujer ponen cara molesta y dan claras muestras de disgusto. Es mejor empezar con una conducta no verbal, ya que muchas veces la otra persona se da cuenta y deja de actuar como lo estaba haciendo. Si, como en este caso, no es así, Carlos tendría que dirigirse a ellos, como muy tarde cuando los niños le estén pisoteando las toallas. Aquí es importante ser muy amable, pero firme en el tono, no tenemos por qué ser desagradables, pero miraremos a la persona a los ojos y alzaremos un poco la voz:

“Oiga, perdone, pero es que nos estamos quedando sin sitio. ¿ Puede decirles a los niños que jueguen en otro lado?” La mayoría de las veces, con una frase de este estilo las otras personas se darán por enteradas y respetarán más el espacio. Pero si esto no ocurre o si al cabo de un rato, “se olvidan” y vuelven a invadir el espacio, Carlos tiene derecho a insistir, aumentando el grado de firmeza de su tono y palabras: “ Disculpe, de nuevo nos estamos quedando sin espacio. ¿ Se pueden arrimar un poco hacia ese lado?”. Es importante que no nos echemos atrás a la primera negativa: si el otro insiste en su conducta molesta, nosotros también tenemos derecho a insistir con la nuestra asertiva.

La señora a la que estaban echando arena en la cara podría decir: “ ¡Ay, cuidado, que nos está echando arena en la cara!”, y así no presupone nada de la otra persona y se centra en el problema . Si la otra persona no cambia su conducta, puede, igual que Carlos, concederse el derecho a insistir, aumentando el grado de firmeza en su expresión: “ ¡ Por favor! ¿ Puede irse a un lado? ¡ Nos está entrando la arena de la toalla en los ojos!”. Aquí tendrá que estar atenta al tono en el que habla, que en todo momento debería de ser claro y firme, pero amable.

Dejo a los lectores la tarea de reflexionar qué podría haberle dicho Carlos al camarero del chiringuito y sobre todo, cómo se lo podría haber dicho. Esperamos vuestras sugerencias.

En cualquier caso, recomiendo que junto con las toallas, la crema solar y la sombrilla, dejemos un hueco en nuestra bolsa para guardar y recordar las siguientes máximas:

TIENES DERECHO A SER RESPETADO

EL OTRO TIENE DERECHO A SER RESPETADO

SI ALGO TE INCOMODA, DILO,NO TE CALLES

HABLA SIEMPRE CON UN TONO CLARO Y FIRME, PERO AMABLE

 

Un comentario en “Asertividad en la playa
  1. Ismael dice:

    Muy práctico. ¿Cuántas oportunidades tenemos de practicar nuestra asertividad si vamos a la playa? A diario!!!! 🙂

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